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Libro de visitas
Participantes

“(…) El hoy fugaz es tenue y es eterno;
otro Cielo no esperes, ni otro Infierno”

Jorge Luis Borges, El instante.

En todo tiempo caben las esperas. Una nube que lentamente se transforma en vacío, un edificio habitado por soledades que transitan, una ciudad que se vuelve hollín y deja huérfanos a los árboles ¿Acaso no es la fotografía un intento por detener la cronología de cada suceso?
Acercarse a una cámara es lo más próximo que tenemos a abordar una máquina del tiempo, en la que somos nosotros mismos pasajeros, conductores y artefactos de memoria para un futuro en el que ya no seremos más.

Esta exposición hace las veces de cómplice para los viajeros, los que se cuelan por un visor y terminan fugándose de un presente que amenaza con devorarles, cual Cronos asustado de su inevitable fin. Ustedes, -nosotros-, los sobrevivientes del segundo que acaba de morir, somos el verdadero paso del tiempo, el que existía antes de que se inventaran los relojes y que seguirá volviendo como un ciclo eterno de existencias; somos la memoria que se vuelca imagen y que grita “casa, lápiz, tierra”, somos la fotografía que hacemos cuando realmente queremos decir, cuando intentamos detener la fugacidad interminable del instante y nos revelamos contra la tiranía del olvido.

Antes del cielo y la tierra ya estaba el tiempo. Y estará después.

Carolina Isaza Rojas, monitora Área 301

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